Recuerdo esta canción. Recuerdo en mayo del año 2009, levantarme muy pronto todos los días durante tres meses para coger el tren hacia L'Hospitalet para ir a clases. Esta canción que os pongo hoy servía de fondo para la edición de un documental sobre el Sahara Occidental. Amo el álbum Astrakan Café, amo su aire tan sugerente. Pero me lleva recuerdos de donde estaban mis límites, creo que allí comprendí muchas cosas y por supuesto, el desgraciado de profesor sin él saberlo, nos enseñó muy bien sobre el Sindrome de Procusto. En primer lugar, porque la materia sobre la que estudiábamos era la misma que él ejercía como auntónomo, o sea, éramos competencia directa para él. Segundo, porque nos atiborró de información, mucha inútil, en que con una simple hoja de sistemas ya no operativos nos habría ahorrado horas y horas y muchos de problemas. Tercero, la amenaza de que si no pasábamos alguno de los exámenes que nos ponía, ya no era necesario que continuasemos. Y cuarto y el más humillante y nos lo dijo el primer día: no todo el mundo estaba preparado para hacer la materia, es decir, que la ley de la selva tenía imperar. Tres meses en que en los estudios iba de mal en peor, hasta que decidí un día ya no ir, había suspendido uno de los exámenes y ya no había nada que hacer. Tampoco quería seguir. No soy un flojo, pero llega un punto que ya no puedes más. Me llamó el profesor pero no contesté, incluso recibí mails de compañeros de clase para que diera señales de vida. Lo comprendí meses después, cuando me reuní con el mejor compañero de mi corta estancia en las clases: no fui el único que abandonó, de los 14 alumnos que entramos en el turno de mañana quedaron 8, si una persona más no se presentaba a las clases, el curso se tendría que cancelar. Aguantaron estos 8, pero el profesor ya no volvió ejercer. Me costó mucho superar aquello, pero poco a poco pude salir del pozo, incluso hice un curso nuevo ese mismo año pero de ofimática y era bastante fácil. Y en septiembre de 2009, empecé este blog, que me ayudó a reconciliarme conmigo mismo. El montaje del documental no lo violví a ver y seguramente lo borraron, pero queda la música para acompañarnos en los momentos de más oscuridad.
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